Una obra del japonés Yukio Mishima, ofrece RadioMás
Xalapa, Ver. – Tres magníficos escritores japoneses de posguerra llaman poderosamente nuestra atención. Y no sólo por la intrínseca valía de su creación; también por el abrupto final que ellos mismos decidieron imponer a su existencia, lo que confiere –inevitable reconocerlo– la considerable carga de morbosa curiosidad por averiguar qué condujo a tan talentosas mentes hacia el suicidio.
En junio de 1948, seis días antes de cumplir 39 años de edad, Osamu Dazai (nacido en 1909) decidió atar su cuerpo al de su amante con una cinta púrpura, y ambos se arrojaron a las turbulentas aguas del río Tama. En abril de 1972, Yasunari Kawabata (1899, Premio Nobel de Literatura 1968) se encontraba agobiado por los males derivados de la profunda depresión anímica desde el suicidio de su alumno Yukio Mishima, en 1970, y cortó su existencia asfixiándose con gas.
Dazai se distinguió por una creatividad que se oponía a una sociedad marcada por el rígido conformismo. Kawabata había sido el primer literato japonés galardonado con el Premio Nobel y el segundo asiático, después del bengalí Rabindranath Tagore. Mishima, tradicionalista rebelde y aguerrido, ha pasado a la historia como “el último samurái” por su voluntario sacrificio.
Amor a la Patria, amor a la tradición
Hoy nos interesa Yukio Mishima, a quien se ha definido como “el último samurái”. Su maestro Kawabata había dicho de él que “un genio así solo aparece en la humanidad cada cuatrocientos años”. Hasta el final de su existencia, el maestro se preguntaba por qué no se había otorgado el Nobel a su alumno, incógnita que le torturó permanentemente.
Yukio Mishima ha pasado a nuestro recuerdo por su defensa decisiva e incondicional hacia la pureza de la cultura tradicional japonesa. Ese compromiso fue rubricado con sangre, indica Isidro Juan Palacios –uno de sus más vehementes estudiosos– al efectuar contra sí mismo “una de las muertes voluntarias más inimitables que han existido: el seppuku o harakiri”, indica el editor y filólogo madrileño.
Isidro Juan Palacios es autor de una estremecedora biografía que busca interpretar a Mishima desde nuestra contemporánea visión; un análisis hacia las costumbres que aún hoy resultan incomprensibles para nuestro entorno. Al trata de desentrañar los motivos de Mishima, el también académico analiza la dura transición de nuestro personaje hacia una nación humillada y forzada a la orientación “modernista” después de la desastrosa derrota en la Segunda Guerra Mundial.
Nacido en Tokio en 1925, a los 45 años Mishima ya era autor de una obra copiosa que incluía novelas, ensayos, cuentos, piezas teatrales, guiones cinematográficos… nada menos que 245 obras. Hablaba con fluidez italiano y francés, conocía a la perfección diversas variantes de su propia lengua –el japonés medieval, entre ellos–, se distinguió como un calígrafo perfeccionista en la escritura y en sus producciones cinematográficas acostumbraba intervenir como codirector y actor. No solo eso: fue también un consumado atleta e instructor de kendo.
Pero su renuencia a la modernidad fue abierta. Mishima tuvo el infortunio de observar cómo se caían, uno a uno, todos los mitos posibles: la inviolabilidad del territorio nipón, el ataque atómico, la derrota que la furia de los kamikazes no logró detener, la disolución de la autoridad divina del Emperador y, lo peor, el abandono paulatino de las viejas formas. Fue incapaz de soportar el derrumbe de su mundo idealista y simbólico.
Harakiri, la redención de los ideales
Convencido de que la occidentalización solo conduciría a la degradación y aniquilamiento del espíritu esencial japonés, fundó el Tatenokai, grupo paramilitar cuyo objetivo básico era restaurar el poder del Emperador. El 25 de noviembre de 1970, con cuatro miembros de ese grupo, llevó a efecto una temeraria acción. Penetró con sus amigos al interior de una base militar en Tokio, capturaron al comandante, incitaron a las fuerzas armadas a la rebelión y a revocar la Constitución de 1947. No consiguieron su objetivo y en esa misma jornada se suicidó aplicándose el seppuku. Una vez que se abrió el vientre, en la primera fase de un ritual que debe culminar con la decapitación a un solo golpe de espada, su amigo Hiroyasu Koga concluyó el acto que estremecería a Japón y a todo el mundo literario.
Ese mismo día había entregado por la mañana a su editor el manuscrito de “La corrupción de un ángel”, volumen último de su tetralogía “El mar de la fertilidad”.
Tan estrujante acontecimiento encontró mayor eco a nivel internacional porque Mishima ya era célebre, se le ubicaba como el escritor más controvertido en Japón, y en el extranjero se le admiraba con la misma pasión con que muchos de sus paisanos le repudiaban por sus ideales.
Hoy le observamos como la figura icónica de un mundo que en realidad agonizaba mucho antes que él naciera. Desde 1868, cuando dio comienzo la Era Meiji y Japón pasó de nación aislada y anclada en el pasado a potencia industrial, todo estaba por diluirse. Al redactar una frase esclarecedora: “Me hallo al borde del momento de mi vida en que todas las patas de la mesa han desaparecido”, nos daba un aviso del abismo que se abría bajo sus pies. Su vida y sus ideas necesitaban de una experiencia real para sustentarse. Optó por la inmolación como el recurso para dar fe de su estética vital, literaria e ideológica. No había más opción que terminar con un gran estallido, coherente con su forma de ver el mundo.
Un cuento de Mishima, a través de Radio Más
En el espacio denominado “Lo que nos cuenta el cuento”, Radio Más difundirá un relato de Yukio Mishima que se conoce como “Los pañales” o “Periódicos”. Procede de su antología “La perla y otros cuentos” y se trata de una oscura redacción en torno de la personalidad de Toshiko, una mujer casada con un actor que registra agitada vida social. Aunque llevan una vida libre de preocupaciones financieras, el trabajo del esposo motiva que gran parte del tiempo ella permanezca sola.
Una tarde y en la sala de su propia residencia, el matrimonio presencia el parto de la niñera que trabaja para ellos, quien les había ocultado su embarazo argumentando una “dilatación gástrica”.
Un terrible golpe emotivo sacudirá a Toshiko cuando observa que el médico que atendió de urgencia ese parto, se comporta de manera extrañamente despectiva y en lugar de buscar pañales para el nene, le cubre intencionalmente con hojas de papel periódico. Entonces ella se verá asaltada por los más torturantes pensamientos, está convencida de la vida de ese niño será del todo infortunada y la visión de un pequeño destinado a la miseria le marcará de forma decisiva.
“Los pañales” o “Periódicos” de Yukio Mishima podrá sintonizarse este sábado 29 de abril a las 9:30 horas en 107.7 de frecuencia modulada o en www.radiomas.mx