Stephanie Kwolek, la química que accidentalmente inventó la tela de los chalecos anti balas
Stephanie Kwolek fue una química estadounidense. En 1965 descubrió de manera casi accidental el material sintético que la haría mundialmente famosa: el kevlar, una poliamida más resistente que el acero y que soporta altas temperaturas; en la actualidad es utilizada en la elaboración de chalecos antibalas.
Stephanie Kwolek nació el 31 de julio de 1923 en New Kensington, Pennsylvania. Hija de inmigrantes polacos, su padre, un apasionado naturalista le inculcó la pasión por la ciencia, y su madre, ama de casa, la pasión por la moda y las fibras. Ambas pasiones serían determinantes para el futuro de la pequeña Stephanie pues a pesar de que ella pensaba que podía ser diseñadora, disfrutaba sus clases de ciencia y matemáticas por lo que terminó desarrollándose en las ciencias durante su vida académica en los niveles de educación media y superior. Esto le abrió las puertas al Instituto Tecnológico de Carniegie (ahora la Universidad Carnegie Mellon).
Más tarde y con la intención de pagar sus estudios en medicina, en 1946 entró a trabajar en la empresa que cambiaría su vida, DuPont. Le gustó tanto su trabajo como química polimérica, que al poco tiempo dejó de pensar en la medicina y se centró en su nueva pasión.
Desarrolló gran parte de su carrera en el laboratorio de investigación de fibras textiles, donde realizó su gran descubrimiento en 1965, a la edad de 42 años. En aquella época el trabajo de Stephanie consistía en encontrar nuevas fibras sintéticas y nuevos procesos de policondensación a bajas temperaturas que permitieran conseguir nuevos materiales capaces de resistir condiciones extremas. Para ello sintetizaba distintas poliamidas aromáticas de alto peso molecular que disolvía en distintos disolventes para luego hilarlos y crear fibras. El problema era que, en vez de obtener soluciones transparentes y viscosas, solía obtener soluciones opacas y fluidas cuando experimentaba con esos nuevos polímeros. Por eso, aparentemente, aquellos eran experimentos fallidos.
Un día y por alguna razón, Stephanie decidió no descartar una de aquellas muestras y se la llevó al técnico para que la hilara. El resultado fue impresionante: la fibra resultante era mucho más resistente que el nylon, de hecho, era mucho más resistente que el acero, y además era muy ligero. Había nacido el Kevlar® (poliparafenileno tereftalamida); un polímero cristal líquido (por eso formaba soluciones opacas) en el cual las cadenas poliméricas se orientaban de tal forma que formaban hilos de una dureza y resistencia extraordinarias.
Ensayos posteriores demostraron que este nuevo material era aún más resistente cuando se calentaba. Después de poner a todo un equipo a trabajar en aquel nuevo material, DuPont comenzó a comercializar el Kevlar® en 1972. Actualmente el Kevlar® tiene más de doscientas aplicaciones. El más conocido es su uso en la fabricación de chalecos antibalas.
Aquella invención le trajo un gran reconocimiento en el ámbito científico y público. En 1995 recibió por parte de su propia empresa el premio Lavoisier Medal y en 1994 ingresó en el National Inventors Hall of Fame, siendo la cuarta mujer en conseguir dicho reconocimiento. También fue galardonada con la National Medal of Technology (1996) y la Perkin Medal de la American Chemical Society (1997).
Después de cuarenta años de trabajo en DuPont, donde llegó a ser la Directora del DuPont Pioneering Lab de polímeros, y de una carrera llena de éxitos, Stephanie se jubiló en 1986. Siempre activa, siguió trabajando para acercar a los jóvenes a la ciencia. Según sus propias palabras “creo que hay que inspirar a la gente joven para que crean en ellos mismos y no tengan miedo a pensar de forma diferente”. Se centró especialmente en las niñas y fue mentora de muchas estudiantes e investigadoras. Stephanie murió el 18 de junio de 2014 a los 90 años de edad.