RADIOMÁS difundirá la ópera “Pelléas et Mélisande”, de Claude Debussy.
Jorge Vázquez Pacheco
Xalapa, Veracruz. – Una de las obras elementales en el repertorio lírico del impresionismo francés, debida al talento de Claude Debussy, será retransmitida este miércoles 2 de agosto a través de RadioMás. Ello se da como reiteración a lo transmitido el sábado anterior a través del espacio “La voz humana en la música”, a las 21 horas a través de la frecuencia de “la Radio de los veracruzanos”.
Esta obra fue estrenada el 30 de abril de 1902 en París, con libreto del autor y de Maurice Maeterlinck, sobre la obra homónima de éste último, principal exponente europeo del teatro simbolista. Pocas veces un drama escénico ha contado con trama de semejantes vuelos y, por lo mismo, es de imaginarnos la formidable tarea del compositor para escribir música destinada a un argumento de tanta sutileza verbal y simbólica, como la pieza del dramaturgo y poeta belga.
La total compenetración estética entre ambos dio origen a una obra maestra de la escena, para cuya difusión contamos con un registro discográfico histórico, efectuado en el año 1978 con el director de origen austriaco Herbert von Karajan al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín. El elenco, de nivel superlativo, incluye a la mezzosoprano norteamericana Frederica von Stade, al barítono belga José Van Dam y el bajo italiano Ruggero Raimondi, entre otros. Se trata de un trabajo en estudio que ha merecido la atención, como pocos, de analistas y críticos.
El más celebrado registro de este portento escénico
Un artículo publicado en la red por Wikipedia elogia el repaso orquestal de quien durante casi siete lustros fue titular de la Filarmónica de Berlín. Al señalar su lectura “poderosamente atmosférica y a menudo deslumbrante, con una calidez rica y brillante”, alude también a la capacidad de Karajan al conducir su conjunto orquestal hacia aquellos fascinantes “éxtasis que apenas pueden contener los ingenieros de sonido”. Los elogios se hacen extensivos a las cualidades de Von Stade, intérprete de voz expresiva como pocas y su asombrosa transformación tímbrica que le conduce desde la tímida gacela del acto I a la apasionada mujer del acto IV.
En menos favorecido aquí es el bajo Raimondi, aunque la apreciación debemos considerarla como totalmente personal y sujeta a otros ángulos de observación. La crítica musical, como se ha corroborado con reiteración, muestra aristas que nos comprometen a no tomarla muy a pecho. Como sea, el contexto surrealista y las ambientaciones asfixiantes fueron reproducidos con exactitud sonora de verdad estremecedora. Y aunque previamente difundimos el trabajo sobre esta misma obra del suizo Charles Dutoit con la Sinfónica de Montreal, es el álbum de Karajan, Von Stade, Van Dam y Raimondi el referente para el intento de calibrar los alcances de otras ejecuciones llevadas a la discografía.
Historia de oscura y fascinante ambientación
La acción transcurre en algún momento de la Edad Media, en el reino imaginario de Allemonde. Una breve introducción orquestal nos conduce de inmediato a un mundo onírico y casi fantástico, a través de las vagas armonías tan propias del impresionismo debussiano, que con nostálgicos giros melódicos subrayan el paisaje que se nos muestra al levantarse el telón. Desde la escena inicial aflora de manera clara y definida una línea vocal más declamatoria que melódica, pero de indudable atractivo. No es un canto dramático, pero sí de profundo lirismo y acendrada dulzura. La música, por su parte, se convierte en elemento medular para las escenas en que el ámbito se presta a la descripción y donde las frases de Maeterlinck (la voz de un gran poeta) alcanzan su máximo simbolismo.
En varias de las siguientes escenas se hace presente el mar, que tan poderosamente llamó la atención del impresionista francés, de la misma manera que desde siempre ha fascinado a músicos y poetas. Y no es por la sencilla sugerencia o su murmullo como complemento descriptivo; aquí es como si mar y agua estuvieran indisolublemente ligados al espíritu humano y a su inexorable derrotero vital.
Hacia la penúltima escena, la frase “te amo” –que difícilmente falta en ópera alguna– adquiere una expresión singular y absolutamente única, como arrojada por el subconsciente de los amantes, con la voz más baja y sin modificar el tono, en medio del silencio casi absoluto de la orquesta.
El dramatismo de la escena última se centra en Mélisande, que muere como la niña que nunca dejó de ser y, al mismo tiempo, se extingue por y con la muerte de alguien que se había convertido en la parte que le infundía animación a su cuerpo. “Una vida concluye, una vida comienza”, expresa amargamente el anciano rey Arkel, al tomar entre sus brazos a la pequeña recién nacida para alejarla del frío cadáver de la madre.
“Era un pequeño ser, misterioso como el mundo”, expresa el apesadumbrado anciano. “Está allí como si fuera la hermana mayor de su hija. La niña no debe permanecer en esta alcoba; ahora tiene que vivir su propio lugar… Ahora es el turno de esta pobre pequeña.”
“Pelléas et Mélisande” podrá sintonizarse en 107.7 megahertz de frecuencia modulada, y en www.radiomas.mx
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