Las voces de los pueblos indígenas para nombrar a la gente
En el nombre propio, la mayoría de las veces, se entreveran las expectativas que la familia y la comunidad han volcado hacia el individuo, lo estigmatizan, lo reconocen y lo incorporan a un sistema de reglas, dando así por sentado que ese individuo es responsable, pertenece al grupo y debe cumplir los distintos roles que tendrá que llevar a cabo dentro del ciclo de vida.
En ocasiones, una manera de manifestarlo es mediante rituales y ceremonias. Por ejemplo, entre los huicholes se celebra anualmente el Tatei Neixa —el cual se lleva a cabo en temporada de cosecha—, los niños que ya han cumplido cinco años hacen su primer recorrido simbólico a Wirikuta y, al terminar la ceremonia, son presentados a los dioses y a la comunidad como ciudadanos. Por su parte, los tarahumaras (rarámuri) celebran elWekobétame, ritual de fuego mediante el cual se protege a toda la comunidad—y al niño— del rayo y de los seres que habitan en el agua, pero también es el momento en el que se bautiza a los niños, siguiendo la tradición católica, en este caso precedida por el weobeame (chamuscador), quien será padrino ritual de los bautizados.
Similar es la Danza del Fuego, con la que se da la bienvenida a los niños kumiais (kamia) cuando han cumplido dos años de edad. Los coras (náayari) realizan un mitote en el que presentan ante el sol a los niños pequeños al amanecer del sexto día. Por otro lado, los chatinos (cha’cña) entierran el cordón umbilical en alguna ciénaga y la placenta en un lugar húmedo, como las orillas de un río; ambos son cuidados por el Padre Sol, a quien se le pide cuide y lleve a bien el crecimiento del recién nacido. Todas estas ceremonias tienen un mismo fin, presentar a los niños con los dioses y con la comunidad e invitarlos a que continúen llevando a cabo el costumbre.
El Cenzontle, éste domingo 28 de junio a las 7:00 a.m y su repetición a las 4:00 p.m. por RADIOMÁS, identidad con diversidad.