Lance Armstrong, ¿la mentira más grande del ciclismo?
Alejandro Enríquez | Deportes
Hola a todos me da mucho gusto saludarlos de nueva cuenta y como cada semana tocaremos un tema del mundo del deporte. Un suceso que cimbro al mundo y que golpeo a la historia fue el caso de Lance Armstrong, el ciclista estadounidense que logró dejar su huella en el mundo del ciclismo.
Lance Edward Armstrong nació el 18 de septiembre de 1977 en la ciudad de Austin, Texas. Era conocido como el Expreso de Austin, pues hacía alusión al tren bala. A los 12 años estaba inmerso en el mundo de la natación y fue campeón en los 1500 metros de nado por lo que se animó a participar en un evento de triatlón: nadar, andar en bicicleta y correr. La sorpresa fue mayúscula cuando ganó el evento con suma facilidad. Y a los 19 años era el top 1 a nivel nacional es los Estados Unidos de América. Esto lo llevó a representar a los Estados Unidos en los juegos olímpicos de Barcelona, en la categoría de bicicleta, obtuvo el puesto número 14 y su primer contrato como ciclista profesional con el equipo Motorola.
A partir de ese momento Lance empezó a brillar cada vez más hasta ganar el reconocimiento de propios y extraños, logrando lo que ningún otro ciclista norteamericano hubiera hecho antes. Todo iba viento en popa hasta que llegaros los juegos olímpicos de Atlanta 1996, donde Lance no se colgó ninguna medalla, ya que terminó en sexto lugar y en la ruta en el lugar número 12. Sin embargo, nadie pensó que la causa de este declive fue por un cáncer testicular.
En octubre de 1996, a la edad de veinticinco años, se le detectó cáncer testicular con metástasis pulmonares y cerebrales. En su primera visita al urólogo en Austin, Texas, Armstrong presentaba distintos síntomas, entre ellos dolor testicular y sangre en la tos. Inmediatamente, el ciclista se sometió de urgencia a una operación quirúrgica en la que le extirparon un testículo y a ciclos de quimioterapia. Tras la cirugía, su doctor le informó que tenía menos de un 40% de probabilidades de sobrevivir.
Armstrong eligió una quimioterapia que a priori no disminuiría su capacidad pulmonar en caso de supervivencia. Esta elección fue considerada a la postre como vital para salvar su carrera deportiva. El ciclista recibió sus primeros tratamientos en el centro médico de la Universidad de Indiana, donde el doctor Lawrence Einhorn había desarrollado una técnica pionera en el tratamiento del cáncer testicular. Su primer oncólogo fue el doctor Craig Nichols. Además, en ese mismo centro, sus tumores cerebrales fueron extirpados quirúrgicamente. Finalmente, se sometió a su último ciclo de quimioterapia el 13 de diciembre de 1996.
Lance pudo recuperarse progresivamente hasta regresar en la París-Niza de 1998, enrolado en las filas del equipo US Postal. Tras el prólogo, abandonó la carrera y pensó en retirarse definitivamente de las competiciones deportivas, pero tras fuertes reflexiones y con el apoyo de su entrenador decidió seguir; planteándose como principal objetivo el Campeonato del Mundo que se celebraba en (Holanda).
Ese verano ganó el Tour de Luxemburgo y se puso a punto para la Vuelta a España, donde rindió a un gran nivel clasificándose en la cuarta posición. Si bien no ganó ninguna etapa, estuvo con los mejores tanto en la montaña como en las etapas contrarreloj, recuperando su autoestima y encontrándose en un gran estado de forma de cara al Campeonato del Mundo, en el que finalmente fue cuarto, con victoria para Oscar Camenzind.
A partir de ese momento, se “comió” el Tour de Francia 7 veces, convirtiéndose en el rey de Francia y del ciclismo. Sin embargo, su derrota llegaría cuando fue acusado por dopaje. Al principio no había pruebas en su contra, pero al convertirse en el centro de atención de los medios, no hubo otra opción más que sacar todo a la luz y aceptar el uso de sustancias prohibidas como: EPO, testosterona y transfusiones de sangre para mejoramiento deportivo todo esto le trajo su muerte deportiva regresando los 7 títulos del tour de Francia y su medalla olímpica.