Importancia del nombre en los pueblos originarios
Los nombres expresan parte del mundo —Nasacopac, la tierra sobre la que andamos y trabajamos—, de la naturaleza —Ajaniame, la vida—, del cosmos —Kurikueri, Señor del Fuego— y del universo —Suawaka, estrella fugaz. El nombre nos da parte de los dioses, de lo humano, de lo universal y de cada uno de los pueblos a los que pertenecemos, es lo que desde antes de nacer somos y lo llevaremos hasta que nos den otro: Iurheni, Amecatzin, Yaitowi,Teohua, Sunu.
En cada una de las lenguas indígenas se nombran colores, sentimientos, adjetivos, plantas, animales, cuerpos de agua, fenómenos naturales, cerros, puntos cardinales, cuevas, sitios sagrados, seres mitológicos, constelaciones, al sol, a la luna, al rayo, flores, semillas, ceremonias y rituales de los ciclos de vida y los ciclos agrícolas, el crecimiento del maíz, objetos rituales o de uso cotidiano, ritos de curación y mortuorios, ofrendas, el parentesco y la gastronomía. Todos estos elementos están asociados tanto a las creencias religiosas como a la cotidianidad, ya que en muchos casos existe una denominación común y otra sagrada para un mismo objeto o ser. Semejante es el caso de los nombres propios.
En ocasiones, una manera de manifestarlo es mediante rituales y ceremonias. Por ejemplo, entre los huicholes se celebra anualmente el Tatei Neixa —el cual se lleva a cabo en temporada de cosecha—, los niños que ya han cumplido cinco años hacen su primer recorrido simbólico a Wirikuta y, al terminar la ceremonia, son presentados a los dioses y a la comunidad como ciudadanos. Por su parte, los tarahumaras (rarámuri) celebran elWekobétame, ritual de fuego mediante el cual se protege a toda la comunidad—y al niño— del rayo y de los seres que habitan en el agua, pero también es el momento en el que se bautiza a los niños, siguiendo la tradición católica, en este caso precedida por el weobeame (chamuscador), quien será padrino ritual de los bautizados.
Similar es la Danza del Fuego, con la que se da la bienvenida a los niños kumiais (kamia) cuando han cumplido dos años de edad. Los coras (náayari) realizan un mitote en el que presentan ante el sol a los niños pequeños al amanecer del sexto día. Por otro lado, los chatinos (cha’cña) entierran el cordón umbilical en alguna ciénaga y la placenta en un lugar húmedo, como las orillas de un río; ambos son cuidados por el Padre Sol, a quien se le pide cuide y lleve a bien el crecimiento del recién nacido. Todas estas ceremonias tienen un mismo fin, presentar a los niños con los dioses y con la comunidad e invitarlos a que continúen llevando a cabo el costumbre.
De ésto y más hablaremos en El Cenzontle, el próximo sábado 26 de septiembre en punto de las 7:00 a.m. y su repetición a las 4:00 p.m. por RADIOMÁS, identidad con diversidad.