Igualdad, un reto histórico y complejo.
Bruno Rubio Gutiérrez | Opinión: Sin Privilegios
En las últimas décadas, el contexto de desigualdad entre hombres y mujeres se ha revelado con mayor claridad y los cambios sociales continúan. Impulsados principalmente desde los feminismos, en busca de la igualdad sustantiva, el freno a la discriminación y la violencia que durante siglos han vivido las mujeres en nuestras sociedades patriarcales. Es un problema que durante siglos fue invisibilizado o naturalizado, pero que ahora se nos presenta como un reto para todas las personas. Un enorme esfuerzo de conciencia que se traduzca en un cambio en cómo nos relacionamos con las demás personas tanto en lo público como en lo privado.
Es una labor grande, histórica, compleja y por momentos paradójica. Puesto que, significa cambiar nuestra manera de pensar y actuar. Al mismo tiempo que estamos viviendo y construyendo diferentes maneras de hacerlo. Los esfuerzos por impulsar estos cambios no es algo que le corresponda a un solo sector. Por ejemplo, sólo a las mujeres o sólo a las autoridades. En realidad, debemos actuar en conjunto todas las personas y todos los sectores de la sociedad. Sin embargo el contexto social lleva tiempo polarizándose cada vez más.
Las redes sociales a través de sus algoritmos, nos colocan en burbujas ideológicas con contenidos acorde con nuestros gustos y maneras de pensar. Por ello ha generado una polarización en las posturas de la población en diversos temas, haciendo más difícil la comunicación y la toma de acuerdos que nos beneficien a todas las personas. Es necesario que vayamos reconstruyendo el terreno de la discusión y el diálogo para solucionar no sólo el problema de la desigualdad, sino muchos otros, como los económicos y medioambientales.
En el contexto del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 2016. La Alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos Michelle Bachelet declaró que la discriminación contra las mujeres se entrelaza a menudo con la discriminación basada en otros motivos tales como el color, la raza, el idioma, la religión, la política u otras opiniones, el origen nacional o social, la propiedad, el nacimiento u otro status.
En América Latina, las cifras de pobreza son mayores entre las mujeres, pero son aún más altas para las mujeres afrodescendientes. Uno de los primeros pasos es que de manera individual, nos informemos lo mejor posible sobre la realidad, para reducir las discusiones huecas, vacías y que sólo contribuyen a la división y al enfrentamiento.
Discurso de Michelle Bachelet: