Hedy Lamarr, la actriz de Hollywood que inventó el wifi
Hedy Lamarr la “mujer más bella de la historia del cine” y la inventora del sistema de comunicaciones denominado “técnica de transmisión en el espectro ensanchado” en el que se basan todas las tecnologías inalámbricas que disponemos en la actualidad. Actriz, ingeniera de telecomunicaciones e inventora cuyo glamour eclipsó sus otras facetas.
Hedwig Eva Maria Kiesler es el verdadero nombre de la actriz austríaca, mejor conocida como Hedy Lamarr. Hija de un banquero y de una pianista, ambos judíos laicos, destacando desde muy pequeña por su brillantez intelectual siendo considerada por sus profesores como superdotada.
Su vida da para hacer una película que podría pecar de demasiado fantástica.
Compleja e inquieta, abandonó los estudios de ingeniería, decidida a cumplir el sueño de ser actriz. A los 19 años protagonizó la película Éxtasis bajo la dirección de Gustav Machaty, película que la llevó al estrellato en 1932, y esta no pudo ser más polémica. Fue el primer film en mostrar el rostro de una actriz, completamente desnuda, durante un orgasmo. Fue tachado de escándalo sexual y se prohibió su proyección en las salas de cine. Le llovieron censuras y condenas, incluida la del Vaticano.
Pero no todos los que lograron visionar la película reaccionaron del mismo modo, Friedrich Mandl, un magnate de la industria armamentística, se obsesionó con ella y consiguió que sus padres se la entregaran en matrimonio, creyendo que siendo este bastante mayor que Hedwig, la pondría en vereda devolviéndola al buen camino. Un matrimonio que más tarde ella describiría como esclavitud.
Mandl era extremadamente celoso y trató de obtener todas las copias de Éxtasis. Sólo le permitía desnudarse o bañarse si él estaba presente y la obligaba a acompañarle a todos los actos sociales y cenas de negocios para no perderla de vista.
Hedwig se vio forzada a transformarse en lo que siempre había detestado, en el trofeo de exhibición de un tirano. En las reuniones de trabajo de Mandl a las que se la forzó a asistir, aprovechó para aprender y recopilar información sobre las características de la última tecnología armamentística nazi. Su marido era uno de los hombres más influyentes de Europa y, antes de la Segunda Guerra Mundial, se dedicó a surtir el arsenal de Hitler y Mussolini.
La vigilancia continua llegó a resultarle tan insoportable que decidió huir. Hay distintas versiones sobre los detalles de su huida pero lo cierto es que llegó a Londres y se embarcó en un trasatlántico con destino a Estados Unidos y allí coincidió con un viajero muy especial, el productor de películas Louis B. Mayer que le ofreció trabajo antes de llegar a puerto. La única petición era que se cambiase el nombre para que no se la relacionase con la película Éxtasis. De los nombres que le propusieron se quedó con el de Hedy Lamarr en memoria de la actriz del cine mudo Bárbara La Marr.
Su imagen deslumbrante la convirtió en la verdadera estrella emergente de los años 30. En 1941 medio mundo estaba en guerra y el otro medio estaba a punto de entrar en ella. Hedy conocía de cerca las prácticas de gobierno de Hitler, por lo que decidió ofrecer su ayuda y conocimientos al ejército estadounidense pero le respondieron que mejor usara su belleza y su fama para promover la venta de bonos de guerra. Sin ofenderse, porque lo que más le interesaba era combatir el nazismo, Hedy ideó una campaña junto a su representante: cualquiera que adquiriese 25.000 o más dólares en bonos, recibiría un beso de la actriz. Dicen que en una sola noche vendió siete millones de dólares.
Hedy Lamarr se interesó por los temas de la defensa nacional a raíz del trágico hundimiento de un barco lleno de refugiados por un submarino alemán en 1940, cuando los Estados Unidos aún permanecían neutrales. El sistema concebido por Hedy partía de una idea tan simple como eficaz. Se trataba de transmitir los mensajes u órdenes de mando fraccionándolos en pequeñas partes, cada una de las cuales se transmitiría secuencialmente cambiando de frecuencia cada vez, siguiendo un patrón pseudoaleatorio. De este modo, los tiempos de transmisión en cada frecuencia eran tan cortos y además estaban espaciados de forma tan irregular, que era prácticamente imposible recomponer el mensaje si no se conocía el código de cambio de canales. Este procedimiento se conoce ahora como “transmisión en espectro ensanchado por salto de frecuencia”.
En 1942 patentó, junto al compositor George Antheil, el espectro ensanchado, lo que viene a ser el origen de tecnologías inalámbricas posteriores como wifi y bluetooth. Lamarr y Antheil cedieron la patente al ejército estadounidense para que lo utilizaran durante la II Guerra Mundial.
La actriz no consiguió ingresar ni un solo centavo por la patente. En los años que siguieron a la guerra, Hedy fundó su propia compañía cinematográfica con la que hizo y protagonizó algunas películas mediocres. Durante los descansos de los rodajes aprovechaba para seguir explorando su faceta de inventora que se mantuvo en secreto mientras fue una estrella de la Metro. Al parecer, se creía que podía perjudicar su imagen de diva. Cuando dejó la compañía, ya nadie la asociaba a ningún invento. El hecho de que el nombre que figuraba en la patente fuese Markey, que solo usó un par de años, tampoco ayudó a que la recordasen.
“Cualquier chica puede ser glamurosa. Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida”.
Finalmente, se recluyó en su mansión de Miami para pasar los últimos años de su vida aislada de un mundo que la había marginado, que celebraba las nuevas aplicaciones de su invención sin siquiera nombrarla. Cuando llegaron al fin los reconocimientos como inventora, ya era demasiado tarde. Su amargura había crecido hasta el punto que cuando le comunicaron la concesión del Pioner Award se quedó imperturbable y comentó escuetamente. “Ya era hora” (it’s about time). En Austria, el Día del Inventor se celebra el 9 de noviembre en su honor.