Günter Grass y su Tambor de hojalata – Reflexiones con Manuel Vásquez.
Manuel Vásquez | RADIOMÁS | Enero 2021.
Todo lo hitleriano o de la segunda guerra mundial me da alergia, le dije a Roberto Guevara, en 1979, responsable de cine club de la Universidad Veracruzana; bueno me pediste una recomendación de cine de otras partes del mundo, la siguiente semana estará en cartelera de humanidades “el tambor de hojalata” si quieres te invito porque también yo soy el proyeccionista.
Y ahí estuve en una de las mejores butacas de ese espacio tan icónico de humanidades, y con un escaso público tal vez de unas 40 personas en total contándome a mí y a Roberto; mira no voy a decirte mucho de la trama pero es el nuevo cine alemán y la película es una adaptación del libro de Günter Grass llamado igual; después que se termine la película conversamos; está por demás decirles cuanta sorpresa me causo y el impacto definitivo del personaje de Oskar, el niño que grita hasta romper cualquier tipo de vidrio cuando se siente asediado, el pulso firme de Gunter Grass, en una secuencia de hechos que marcaría parte de la historia fiel, de la segunda guerra mundial y esos ambientes sórdidos donde la razón contemporánea no alcanza a comprender muchas cosas, una de ella el trato infame a muchos de su epoca niños, y la desintegración familiar evidente en la historia de Oskar y su tambor de hoja de lata que le sirve de escudo protector y distractor transaccional hacia una adultez que nunca llega.
Decidido a tirarse al vacío en una escalera para detener su crecimiento, Oskar lo logra desilusionado por la infidelidad de su madre con su primo Jean, una especie de suicidio emocional, que lanza la historia al desenfreno de escenas en las que el sexo no tácito entre adolescentes y niños con escenas muy críticas para esos tiempos imponen el alto precio de la censura, y por supuesto que el mundo occidental primero y después todo el mundo mire con seriedad a Gunter Grass quien es premiado con el nobel de literatura en el año de 1999.
No solo por esta obra simbólica y prodigiosa de la nueva literatura alemana, de la posguerra, si no por ser el precursor de un arquetipo literario en el que aparecen grandes dosis de las verdades ocultas por el movimiento nazi, y las consecuencias de una guerra genocida la cual el mismo aparece a la edad de 17 años como protagonista en una de las temibles facciones de las Walfen SS, alemanes tan solo por unos meses.
La reconstrucción de la República Federal Alemana, lo interviene en la estética dibujando un interés muy sólido por la pintura y la escultura, sin embargo como sucede con cientos de artistas y pensadores sobrevivientes a la guerra, tiene que adaptarse a un nuevo pensamiento en el que el antiguo nacional socialismo había generado una satanización per se; de todo lo que oliera a comunismo no obstante vendrían la crueles separaciones de las dos Alemanias.
Gunter Grass se convirtió en el narrador de muchas historias que nadie quería escuchar o que nadie podía recordar, la negación del absolutismo ideológico de esas dos Alemanias, la democrática y La federal, trajo consigo aún más, una exuberante narrativa, en la que como en el tambor de hojalata su obra primigenia en 1953, intentaba reposicionar en el imaginario la necesidad de erradicar para siempre las acciones tan radicales de los alemanes sobrevivientes para poder así, lograr el ansiado perdón, el olvido y la justicia.
Cuando recibió el premio Nobel, la academia de Estocolmo consideró que la obra de Grass llevó a cabo una amplia revisión de la Historia recordando lo que había sido negado y olvidado: las víctimas, los perdedores y las mentiras que la gente quiere olvidar porque creyeron en ellas un día.
Incluso cuando en: «A paso de cangrejo» (2002) habló del tabú de los sufrimientos de los refugiados alemanes capturados por el ejército rojo en los territorios del este, contradictorio, paradigmático, narrador de excelencia, transgresor de las formas y estructuras tradicionales, juez y parte, visor, y víctima de sí mismo.
Falleció el lunes 13 de abril del 2015, sus más de 14 novelas e innumerables discursos, ensayos, artículos, memorias y relatos cortos nos invitan a reencarnarlo en el presente complejo de la pandemia, por el enorme sufrimiento implícito en el encierro, la ruptura de muchas familias y la escasez. Como dijo un amigo de los medios hace poco en el facebook, no me perdonarán nunca los que lo han leído, que no sepa ni siquiera quien fue Gunter Grass; a lo que yo respondí, – en un post -ya te fue perdonado todo desde antes, puedes comenzar viendo la película y después leyendo la obra, “el tambor de hojalata”.