El son Jarocho puede ayudar a que niños con autismo se desenvuelvan en su entorno
El Trastorno del Espectro Autista (o autismo) es un trastorno neurobiológico del desarrollo, que usualmente se manifiesta durante los primeros tres años y perdura durante el resto de la vida. El espectro autista afecta la capacidad de las personas para comunicarse y relacionarse con otros, y también presenta patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento.
La crianza de un niño con autismo puede llegar a ser física y emocionalmente agotadora para los padres, especialmente por todos los desafíos que conlleva esta jornada. Puesto que hay muchos mitos y conceptos erróneos sobre el autismo. Aprender sobre el trastorno ayuda significativamente a los padres a entender mejor a sus hijos y sus intentos de comunicación, por lo tanto, una de las cosas que los padres no deberían perder de vista son los avances en cuanto a terapias y tecnologías para ayudar a los niños con autismo.
Entre las herramientas que han probado ser útiles para ayudar a los niños con autismo, se encuentra la música, cuyas propiedades terapéuticas han sido documentadas en varias ocasiones. Según información de la página Más de Mx, el son jarocho, género tradicional mexicano, ha demostrado resultados particularmente buenos.
El Centro Estatal para la Detección y Atención del Autismo de Veracruz, imparte un taller para niños con autismo haciendo uso del son jarocho. En este género (originario de los estados de Oaxaca, Tabasco y Veracruz), predominan ritmos armónicos y alegres. Según Rafael Figueroa, especialista en son jarocho por la Universidad Veracruzana; el son jarocho tiene efectos positivos debido a que es una música orgánica, predominantemente acústica, cuya flexibilidad se debe a su funcionamiento a partir de madera y cuerdas.
El taller de “Son Jarocho” se lleva a cabo como parte de una sesión de musicoterapia. Algunos de los temas musicales con los que trabajan los pacientes son La Iguana, La Bamba y La Guacamaya: cuando los pacientes escuchan La Guacamaya, asemejan sus movimientos al vuelo de una guacamaya, cuando suena La Iguana, se mueven los hombros y caderas, asemejando el movimiento serpenteante de una iguana, y, cuando suena La Bamba, ellos cantan.
El taller permite que los niños se desenvuelvan, canten, identifiquen ritmos y convivan con otros niños. El profesor del taller de jarocho, Sael Bernal, explica que, al principio, la mayoría de los niños no toleran adecuadamente la música, pero que con el tiempo van adaptándose. Victoria Cosme, madre de un niño de siete años con autismo, ha tenido buenas experiencias con el taller, pues su niño ha aprendido a pronunciar su nombre, a convivir con otros niños y a soportar ruidos que antes no toleraba.