El maiz, mas que un alimento
La mayoría de las culturas indígenas de la cuenca del Golfo de México como las del resto de Mesoamérica relatan su origen a partir de mitos relacionados con el maíz. Los nahuas narran que en un pasado remoto existió un gran cerro (identificado generalmente con el Postectitla, ubicado cerca de Chicontepec) que guardaba en su seno la mayor de las riquezas: el grano.
Los ancestros de los hombres, flojos y voraces, saqueaban continuamente el gran granero, hasta que los dioses se enojaron con ellos y decidieron terminar con esa situación.
El más poderoso de ellos —según la tradición teenek, el dios Trueno Mayor— golpeó el cerro y lo resquebrajó en cuatro partes, que hoy en día se relacionan con sendos rumbos de la región Huasteca. El maíz que se encontraba dentro fue incendiado, razón por la que existen distintas tonalidades de semillas: blancas, las que no fueron tocadas por el fuego; amarillas, las que apenas entraron en contacto con las llamas, y rojas y negras, las que ardieron y se quemaron.
Este cataclismo terminó con una era y dio lugar a otra en la que los hombres padecen pobreza y penurias, pero cuya existencia sigue estando indisolublemente ligada a la del maíz. Es por ello que todo trabajo, individual y colectivo, está orientado a reproducir el ciclo agrícola y garantizar el abasto de la preciada semilla a las familias y la comunidad.
De ésto y más hablaremos en El Cenzontle, el próximo sábado 19 de septiembre en punto de las 7:00 a.m. por RADIOMÁS, identidad con diversidad.