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Dorothy Crowfoot-Hodgkin, la reina de la cristalografía de biomoléculas

Nació el 12 de mayo de 1910 en El Cairo, cuando Egipto era una colonia británica, pero desde pequeña vivió en Londres. Su interés por la ciencia, y especialmente por la química, empezó muy pronto, a los 10 años ya realizaba experimentos sencillos en su casa y a los 16 leyó el libro The Nature of the Things, 1926, escrito por William H. Bragg, Premio Nobel de Física en 1915. En esta obra el científico explicaba una novedosa técnica experimental: la cristalografía de rayos X, que permitía «ver» la estructura tridimensional de una molécula y los átomos que la componen. El uso de los rayos X inicialmente revolucionó la física y la química, pero muy pronto hizo lo mismo con la biología. Aquí encontró la joven Dorothy una vocación para toda su vida.

El desarrollo de la cristalografía de rayos X se vio impulsado porque los biólogos empezaban a sospechar que la arquitectura de las moléculas tenía mucho que ver con su comportamiento y sus funciones; la nueva tecnología se adivinó entonces como uno de los enfoques más prometedores para explicar la estructura molecular de las sustancias biológicas de interés para la salud humana

En 1927, la Universidad de Oxford sólo tenía una estudiante por cada cinco varones, y la de Cambridge una por cada ocho o nueve varones. A ellas no se les permitía participar en los debates organizados por la universidad, ni tampoco estaban autorizadas a entrar en el restaurante, salvo acompañadas de algún compañero o con la autorización del decano.

No obstante, salvando todos los obstáculos, Dorothy Crowfoot consiguió cursar sus estudios en la Universidad de Oxford (1928-1932).  Tras finalizar su doctorado en 1934, Dorothy Crowfoot volvió a la Universidad de Oxford, donde permaneció durante el resto de su vida. Aquí realizó uno de sus trabajos más extensos: descifrar la estructura de la insulina. La molécula era tan complicada que le llevó 34 años revelar su arquitectura. En 1937, tras su matrimonio con el historiador Thomas Hodgkin, su apellido cambió a Crowfoot Hodgkin.

A lo largo de toda la carrera se enfrentó a problemas bioquímicos que estaban justo en los límites de lo que cualquier otro científico consideraba factible, mejoró las técnicas cristalográficas y consiguió desarrollar un sorprendente repertorio de habilidades. Logró desvelar la estructura tridimensional de numerosas e importantes biomoléculas que los químicos orgánicos no habían podido descifrar, como el colesterol en 1937, la penicilina en 1945, la vitamina B12 en 1954, o la  insulina  en 1969.

En 1947, con sólo 37 años de edad, Dorothy Crowfoot Hodgkin fue admitida en la Real Sociedad de Londres (Royal Society of London), la asociación científica nacional de mayor prestigio que, con 287 años de historia elegía sólo por tercera vez a una mujer.

La extraordinaria personalidad de la científica atrajo a la química a diversas estudiantes que normalmente no se habrían interesado por esta materia, incluso la futura primera ministra Margaret Tatcher fue su alumna.

En el otoño de 1964 Dorothy Crawfoot Hodgkin fue galardonada con el Premio Nobel de Química en 1964 «por la determinación de la estructura de muchas sustancias biológicas mediante los rayos X». El premio acarreaba también el honor de ser otorgado en solitario, esto es, que no lo compartía con nadie. A los 54 años era la quinta mujer y la primera británica que ganaba el Nobel en ciencia.

Tras el valioso galardón, Dorothy Crawfoot Hodgkin continuó sus investigaciones hasta su retiro en 1977. A partir de estas fechas y pese a desplazarse en silla de ruedas como consecuencia de su artritis, viajó, impartió conferencias y participó en incontables debates sobre ciencia y sobre otro de los temas que despertaban su interés: la paz mundial. Murió en Londres el 29 de julio de 1994 a la edad de 84 años, dejando un valioso legado a la ciencia y un magnífico ejemplo para las mujeres.