Los oficios están al borde de la extinción
La civilización siempre ha utilizado la división de tareas para salir adelante, si cada uno hacía aquello para lo que era bueno, las probabilidades de éxito aumentan y las de fracaso disminuyen, y conforme los núcleos urbanos crecían, familias enteras se dedicaban a desarrollar una actividad específica. Conocimientos acerca de cómo realizar una tarea eran enseñados generación tras generación, los padres eran los maestros de los hijos sin necesidad de una “educación formal”. Así se generaron los oficios, aquellas ocupaciones que implican cierto grado de habilidad manual y se encargan de generar productos a partir de materias primas o en su defecto prestar servicios que requieran destreza. Entre estas ocupaciones podemos encontrar a los cocineros, los zapateros, barberos o carpinteros.
Por otro lado, tenemos a las ocupaciones que sí requieren una educación “formal” o institucionalizada, aquellas a las que se asiste a clases durante un periodo de tiempo y alguna entidad emite un certificado asegurando que el estudiante ahora se puede desempeñar con el conjunto de saberes adquiridos. Estas son las profesiones, también conocidas como carreras, que abarcan todos los nombres imaginables, médicos, abogados, biólogos, arquitectos, etc.
Sin embargo, los oficios parecen estar en peligro de extinción, pues su labor se ha sustituido debido a la industrialización de las tareas, a la reducción de costos y tiempos, ya no es necesario que un zapatero mida, corte, pegue y entinte un zapato, cuando una máquina lo hará en una fracción del tiempo y mucho más barato. La sociedad prefiere lo “listo para llevar” que el producto hecho a mano.
Algunos oficios han corrido mejor suerte y se han transformado para no ser olvidados del todo, tal es el caso de la cocina, la que ahora es reconocida en numerosos lugares como una profesión y un oficio. Otras, no han corrido con esa suerte y pronto serán olvidadas, como los afiladores y, en las grandes ciudades, los carpinteros. Lo realmente grave es la percepción que la sociedad tiene por sobre los oficios y sus practicantes, que demeritan la calidad de su trabajo e inclusive su valor humano. ¿Realmente vale más un reconocimiento escrito por sobre la técnica adquirida y heredada a lo largo de generaciones?
Ante esta gran extinción masiva de oficios, ¿Qué podemos hacer como sociedad para evitar su desaparición? O peor aún, ¿Es acaso una batalla que no podrá ser ganada?
Celebremos juntos la diversidad de ocupaciones, todas ellas necesarias para nuestro desarrollo social. Veámonos cómo un perfecto engrane, y no perdamos el sentido de comunidad. Profesiones y oficios, ¡qué gran necesidad!