Del arte de prorizarnos
Ileana Quiroz | Mundo y cultura
Tal vez uno de los temas recurrentes en medios impresos, digitales y hasta en tus reuniones con amistades es el de: “Con la vida que llevo no hay manera de encontrar tiempo para mí”. Si formas parte del rarísimo y casi inexistente porcentaje al que esto no le significa nada, te felicitamos… o te compadecemos, porque tal vez no te has dado cuenta de que la rutina tiene tu vida secuestrada.
En el enfoque de las nuevas maternidades y el rol de la mujer en la sociedad, el hecho de atrevernos a considerar que somos merecedoras de un tiempo personal, resulta en una innovación tan osada que podría considerarse casi anárquica. Lo cierto es que sí existe ya una tendencia basada en estudios científicos que nos prenden las alarmas sobre el desgaste físico y emocional que la vida moderna nos está causando, además de que desde el punto de vista espiritual y de valores, también nos llaman la atención sobre lo desconectados que estamos de nuestras necesidades emocionales y la poca empatía que sentimos por nuestros vecinos de planeta.
Por todo lo expuesto, se ha ido creando un abanico de actividades, cursos, talleres, seminarios, y mil cosas más para convencernos de algo que debería en realidad producirse como parte de nuestro instinto primario: el priorizarnos, atendernos, escucharnos y apapacharnos. Entonces, si ahora existe la aromaterapia, musicoterapia, arteterapia ¿Por qué no iba a existir la “viajeterapia”? ¿No estaría genial que, en vez de preocuparnos por los problemas cotidianos, nuestras disyuntivas fueran sobre si preferimos ir a la playa o la montaña? O si es mejor tomar autobús o tren, ir en época de calor para evitar el tiempo de lluvias, hacer una excursión en solitario o con compañía, etc.
La verdad es que no importando las decisiones que se tomen sobre la aventura a emprender, tenemos ya visto que el viajar nos puede enseñar tanto como un libro de geografía o historia; nos vuelve empáticos y respetuosos al conocer una cultura diferente a la nuestra y, tal vez, lo más importante: nos detiene y enfrenta a quienes somos, nos saca de la zona de confort y nos da motivos para indagar, interesarnos, nos da un respiro.
Por eso es que tiene sentido el que el fotógrafo Matthew Karsten, el fotógrafo y escritor de blogs de viajes, afirme que: “Invertir en viajar es invertir en uno mismo”. Y tú ¿te animas a priorizarte e invertir en ti?